Duendes

Se los conoce con distintos nombres, dependiendo del país de origen. Leprechauns, goblins, pixies, gremlins, gnomos o trasgos. Lo cierto es que los duendes –término que proviene de la expresión “duen de casa” o “dueño de casa”, en referencia a su costumbre de entrometerse en los hogares y encantarlos- han desfilado desde hace siglos por la mitología popular, que los ha caracterizado como seres de aspecto humanoide, de muy baja estatura, piel gris o verdosa y que pueden tener algún poder de tipo sobrenatural.

La tradición irlandesa cuenta que San Patricio, el santo patrono de Irlanda, tras fundar su primera iglesia, invitó a los paganos celtas a convertirse al cristianismo. Los druidas, los sacerdotes paganos de ese país, temerosos que la fe católica se apoderara de toda la isla, habrían invocado a un grupo de duendes para que fueran a la iglesia de San Patricio a cometer todo tipo de tropelías. El santo, tras llegar al templo, los expulsó diciéndoles: “En nombre de Dios Todopoderoso yo los expulso, espíritus impuros”, cosa que finalmente consiguió. Desde entonces la imagen del santo es utilizada para ahuyentar a estas criaturas de los hogares.Debido a su carácter escurridizo, malicioso y festivo, se les atribuyen ser los causantes de todo tipo de daños en el entorno doméstico cuando se les ocurre “visitar” una casa. De ahí su predilección por guardar o esconder joyas o dinero, hacerse invisibles, echar cosas en los platos de comidas y perseguir o asustar a los niños de corta edad.